Innato y adquirido

Del libro
Teoría general de psicología
Las leyes del psiquismo
por Alberto E. Fresina
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CAPITULO 8
LAS TENDENCIAS SUPERIORES

  1. Lo innato y lo adquirido
  2. Los mecanismos de valores
  3. Estructura de las bipulsiones básicas
  4. Particularidades del nivel de las bipulsiones

1. Lo innato y lo adquirido

Cuando se discute si determinadas funciones o rasgos psíquicos son innatos o adquiridos, suelen mezclarse dos problemas distintos. Por un lado está aquello psíquico que es común a todos los hombres normales de toda época y cultura. Lo otro es lo diferente, lo que no es igual en todos los hombres normales. Esta es una distinción que es indispensable establecer antes de abordar el problema.

Al hablar de lo psicológico común en todos los hombres normales, se trata, por ejemplo, del hecho de tener lenguaje, valores, opiniones, compro-misos, ideales, determinado sistema de impulsos, etc. Aquí no hace falta mucha precisión en el concepto de normalidad. Para lo que estamos tra-tando, es suficiente concebir como hombres psíquicamente normales a la mayoría de los seres humanos de todas las épocas y culturas. Bajo esta noción de hombres normales, encontramos que esas funciones como la moral, el lenguaje, etc., son comunes a todos ellos. Para que dichas funciones se desarrollen como tales, hace falta un medio social que lo posibilite.

Sin embargo, los genes "suponen" o "descuentan" que habrá con seguridad un medio social. Más allá del tipo de medio social, sólo hace falta que haya un medio socio-cultural cualquiera, con los mínimos elementos que lo defi-nen, y ello es suficiente para que esas facultades se desarrollen.

Aunque tales funciones psicológicas comunes tengan un necesario desarrollo en todas las épocas y culturas, sería inadecuado calificarlas de innatas.

La activa influencia del medio socio-cultural es algo que no puede faltar como "material" para que se desarrollen. No es suficiente que el organismo humano se alimente y desarrolle el cuerpo para que surjan normalmente aquellas facultades. Por tanto, no llamaremos innato a lo que es común a todos los hombres normales, sino mecanismos, rasgos o funciones, de necesario desarrollo; es decir, se trata de una "mezcla" de lo universalmente innato y lo de regular adquisición en la vida social.

En cuanto a los fenómenos psíquicos que difieren entre los hombres nor-males, como por ejemplo los distintos gustos, valores, intereses, ideas, así como el grado y la forma diferenciales del desarrollo de las distintas funciones y cualidades de la personalidad, aquí es donde se plantea la verdadera discusión sobre si tales diferencias son innatas o adquiridas. Pero es claro que esas diferencias, en términos generales, son adquiridas, y dependen de las diversas circunstancias históricas, sociales, culturales, ambientales, junto a la totalidad de circunstancias casuales, entre las que se destaca el conjunto de relaciones sociales exclusivas que afectan de un modo particular a cada individuo durante su vida.

Cuando un niño, por ejemplo, por razones de pura casualidad, obtiene más
éxitos que fracasos en sus tareas iniciales de interacción con la realidad, o simplemente recibe más aprobación que desaprobación por sus actos e iniciativas, eso puede favorecer el desarrollo de cierta autoconfianza y perseverancia para emprender y concluir con éxito nuevas tareas y desafíos.

Mientras que si por la sola influencia del azar, o por determinadas circuns-tancias, otro niño con idénticas capacidades potenciales obtiene más fraca-sos que éxitos, o más desaprobación y rechazo social que aprobación por lo que hace, eso puede llevar a que pierda confianza en sí mismo y a que desa-rrolle una tendencia a abandonar prematuramente todo lo que emprenda.

Si esto lo aplicamos a las tareas que suponen el empleo del intelecto, tendremos. que la propia ley del efecto (repetición de lo asociado al placer y supresión de lo relacionado al displacer) promoverá, en el primer caso, una mayor y más frecuente actividad de los reflejos y circuitos cerebrales que hacen al pensamiento, por el simple hecho de que llevaron al efecto de placer, y mientras más resultados anímicos positivos se logren, mayor será la repetición de las vías nerviosas y reflejos que sostienen los razonamientos y las habilidades mentales.
Ello se traduce a un mayor interés y perseve-rancia al respecto como rasgo de la personalidad, lo que hará potenciar aún más el desarrollo de tales habilidades.
Mientras tanto, la misma ley del efecto, en el segundo caso, promoverá la inhibición y el bloqueo de las vías cerebrales correspondientes, por el solo hecho de que llevaron con más frecuencia al displacer del fracaso y/o del rechazo social.
Tal situación, repetida miles de veces, por sí misma puede provocar una separación creciente y cada vez más amplia en uno y otro sentido. Así, lo que sería inicialmente un ínfimo y fortuito desequilibrio a favor del éxito o del fracaso, puede terminar en una amplia y notoria diferencia en el grado de desarrollo de ciertas capacidades. Tal influencia básica de la ley del efecto, en su interacción con las condiciones y circunstancias externas que rodean al sujeto durante su desarrollo, sería aplicable en general a las distintas orientaciones y grados de desarrollo de cualquier cualidad de la personalidad.

Las apresuradas conclusiones de quienes proclaman la existencia de diferencias innatas de inteligencia, por ejemplo, más allá de servirles para autoconvencerse de la "superioridad innata" de su propia inteligencia, en los hechos no hacen más que cumplir la función de satisfacer los requerimientos de la ideología dominante, de dejar claramente establecido que hay una clase social superior con el "derecho natural" a someter y explotar a los inferiores, y que por lo tanto no tiene sentido "molestarse" en tratar de crear condiciones de igualdad económica y social.

Pero si hubiera realmente alguna ventaja del potencial genético sobre el particular, lo que no hay razones para creer, debería buscarse, al contrario de lo que se supone, en las tribus que aún viven en condiciones primitivas, que son las únicas que podrían haber seguido evolucionando genéticamente en los últimos miles de años, a través del proceso de selección natural, único medio por el que resulta posible.

Fuera de las eventuales anomalías genéticas, no hay diferencias innatas de importancia. No es lo mismo la anormalidad para "abajo" que para "arriba".

El único argumento para creer en eso es la comodidad de la simetría. Los productos fabricados en serie ocasionalmente salen fallados, pero el resto solamente sale bien, o normal, y nunca "superior" por pura magia. Una obra de arquitectura se puede deteriorar de mil formas distintas arrojándole explosivos al azar, pero no se puede "perfeccionar" lanzando de esa forma los ladrillos. El mejoramiento innato de las complejísimas funciones cerebrales sólo es posible a través de la paulatina acumulación de pequeños cambios genéticos, y en el marco del continuo accionar de la selección natural.

Si bien existen, claro está, los cambios genéticos en relación a las funciones psicológicas, y fueron en definitiva una premisa de la evolución del hombre, considerando los miembros actuales de la especie, se trata de algo insignificante en comparación con el amplio campo de influencia del factor adquirido. Por eso, podemos tomar lo innato, a los fines prácticos del estudio de la psicología general, como un factor constante.

Los fenómenos psíquicos variables constituyen las formas diferentes en que pueden desarrollarse y funcionar los mecanismos psicológicos comunes o de necesario desarrollo. La explicación de esos fenómenos diferenciales requiere un estudio centrado en las leyes del nivel social, así como en la historia personal de cada sujeto en definitiva.

Lo que hemos visto hasta ahora sobre el psiquismo, así como lo que trataremos en adelante, está referido a los mecanismos esenciales del funcionamiento psíquico, a aquello que es común a todos los hombres normales, es decir a lo de necesario desarrollo. El interés, aquí, en lo que respecta a este trabajo, está centrado en lo que sería el equivalente a la anatomía y fisiología generales, pero en relación al psiquismo humano.