Defender nuestros límites es defender nuestros derechos

NO es NO

"Los derechos se toman, no se piden, se arrancan, no se mendigan."

José Martí

 

No es No

Retomamos la importancia que tiene para la salud lograr que se nos respeten las necesidades y poder negociar apetencias y deseos.
El primer paso es conocernos y diferenciar nuestros límites negociables e innegociables. Cuando alguien se opone a estos últimos -los límites innegociables- se requiere seguridad y firmeza, los NO tienen que ser claros, seguros, precisos, cuestión que no quepa duda que eso no lo admitimos de ninguna manera

Relacionamos esta capacidad con tres de las Cualidades Básicas de la Personalidad: Identidad, Discernimiento e Individuación.

No es fácil poder delimitarse uno mismo y ante los demás. Es una capacidad que se desdibuja cada vez más, desde hace unas décadas. Sobrevino la cultura del comoqueismo. Nada es cierto, todo “es como que.

Es un condicionamiento. El continuo machaque sobre “todo es de acuerdo al color de los cristales con que se mira”, “nada se puede afirmar como realmente existente”, “lo único cierto es la muerte”, “todas las verdades son medias verdades” (todo dicho como verdad absoluta)... rematado por muletillas habituales, por ejemplo "nada" y “como que”... y así se termina dudando hasta de quien se es.
Acondicionamientos que deforman nuestras necesidades, se las ve como relativas, y comenzamos a ceder en cuestiones que nos son indispensables. Y cedemos ante quienes pretenden doblegarnos para beneficio propio, o para salir con la suya, o por una cuestión de poder sobre el otro, o ante quienes están condicionados.

Falsas creencias -pensadas y sentidas a nivel consciente o inconsciente- que van mellando el Discernimiento.
Es necesario desarmar este adiestramiento, por ejemplo replanteando/se ante los “nada” o los "como que", ¿es nada o es lo que está diciendo" o "¿es como qué o es así?".
Es necesario discernir entre la flexibilidad que lleva a relativizar lo que es relativo, del reconocimiento del mundo, del reconocimiento de la realidad cuando esa realidad es ineludible. De lo contrario suceden cosas como terminar creyendo que un pedofílico abusa de menores como un quehacer didáctico sobre la sexualidad.
Es necesario reconocer entre las realidades que son así y no de otra forma y las supuestas realidades. Confundiendo la subjetividad con el desconocimiento del mundo en donde nos movemos, paradigma que lleva hasta la anulación de sí mismo ante la mirada del otro.

En tanto se trasmite nuestros propios límites al nivel del "como que" en lugar de un "es" dejan de ser límites, dejan de ser derechos que necesitamos que se nos respeten. En cualquier confrontación dirigida a llegar a un acuerdo conjunto los "como que" hacen pasar por negociable lo innegociable y posteriormente se exigen o reclaman conductas que nunca fueron explicitadas como inexorables.

El quemeimportismo es otro fenómeno que viene a complicar el sentido humano y los vínculos. Se caracteriza por el desplazamiento o ninguneo de la importancia de las cosas.
Hace años vemos en las psicoterapias de familias con miembros con síntomas graves una sobrevaloración de cualquier detalle o conducta del miembro asignado, mientras que comportamientos o acontecimientos de relevancia merecen un encogerse de hombros o son/reírse de los mismos. La suma importancia que le dan a hechos insignificantes queda rápidamente desvalorizada por la evidencia, en tanto la actitud del “qué me importa" valoriza como natural y normal conductas altamente nocivas o sintomáticas.

Considerando como aspectos de la Identidad el saber quien es uno, conocerse a si mismo, su formación conlleva en si misma la construcción de una escala de valores propia.
En la escala de valores personal hay una determinada jerarquía mediante la cual cada uno tiene claro cuales son los valores primordiales, esenciales por los cuales se mueve en el mundo y cuales son los que va a necesitar de cada persona según el tipo de relación que quiera establecer con ella.
Escala de valores que también contienen características necesarias o intrascendentes, de las personas que formen parte de los vínculos más íntimos.

Cada uno tiene un x números de valores innegociables, son aquellos que están en un grado alto de la escala personal. No descartando los movimientos de la vida, algunos pasan a ser negociables en otras etapas y hay algunos que de importancia relativa pasan a ser fundamentales.

En cuanto a la Individuación vamos a tomar las capacidades de aceptar nuestras diferencias con respecto a los otros, sea quien sea ese otro. En tanto esta cualidad esté empobrecida la capacidad de poner o aceptar límites también lo va a estar. La afirmación y la negación, la seguridad en lo que se sostiene, decir al otro lo que esperamos de él, las convicciones en los propios ideales, el re-conocimiento constante. . . coexisten con la flexibilidad y capacidad de la duda.
La capacidad de poner en duda las cosas, la flexibilidad y la tolerancia a la incertidumbre no significa que todo sea sospechoso de su existencia, ni mucho menos que nos tengamos que convertir en ejércitos de muñequitos dudosos e inseguros, juguetes de psicópatas y sometedores.

 

"En la época del Ni, hay un No.....
NO
Hugo Filkenstein

No es no y hay una sola manera de decirlo.
No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio, escueto.
No.
Se dice una sola vez, No.
Con la misma entonación, No.
Como un disco rayado No.
Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín, no es No.
Un no que necesita explicaciones y justificaciones no es No.
No tiene la brevedad de un segundo.
Es un no, para el otro porque ya fue para uno mismo.
No es No, aquí y muy lejos de aquí.
No no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo se pongan patas para arriba.
No es el último acto de dignidad.
No es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes. No no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos; ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es No, porque No.
Cuando el no es No, se mira a los ojos y el no se descuelga naturalmente de los labios.
La voz del No no es trémula ni vacilante, ni agresiva, no deja duda alguna.
Ese No no es una negación del pasado, es una corrección del futuro.
Y sólo quien sabe decir No puede decir sí."